viernes, 19 de septiembre de 2014

A punto de salir para la integral de la Costa Brava


Hoy mismo salgo hacia Portbou para realizar la travesía completa de la Costa Brava. Durante la semana, para que se pueda seguir el viaje "en directo", iré publicando fotos en el perfil de Instagram http://instagram.com/unkayakenlamochila. A la vuelta subiré al blog más material.

Para esta travesía he contado con la colaboración de los amigos de Out Trade. Echad un ojo a su web que tienen cosas muy interesantes.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Sognefjord Día 08. Hella - Fresvik (31 de mayo 2014, 34 km)


La verdad es que no vengo haciendo mucho caso a la previsión de la meteorología en estos últimos días; cuando me paro a cruzar unas palabras con los paisanos me dicen que el tiempo está siendo francamente bueno a lo largo de esta semana, y que seguirá así un par de días más, para luego alternarse con cielos nubosos y aguaceros primaverales. Así que después de recoger el campamento embarco mirando sonriente la despejada mañana. Nada me hace sospechar que al salir del Fjaerlandfjorden se va a montar una ventolera de apretar los dientes y no parar de remar hasta conseguir alcanzar un lugar resguardado del viento.


La ventolera se hace palpable cuando empiezo a entrar en mar abierto, justo al divisar la línea de ferries entre Hella y Dragsvik. Rebasar el trayecto de los ferries se pone emocionante porque justo al pasar junto al muelle de Hella zarpa el barco que estaba allí amarrado sin percatarse de mi minúscula presencia y tengo que quitarme de enmedio zarandeado por una mar bastante nerviosa. Lo siguiente ya es buscar un refugio para estirar las piernas, y lo encuentro en un pequeño muelle. A partir de aquí navego con el viento a favor que sopla bien fuerte de poniente. Sigo avanzando un rato pegado a la orilla norte y paso delante de una enorme cascada.


El aire afloja un poco y el oleaje empieza a estructurarse, formando un divertido mar de viento. Aprovecho entonces para enfilar el lado opuesto del fiordo ayudado por el viento y la corta y rápida ola que empuja de popa.

Divisando la orilla sur del Sognefjord
La distancia que recorro en diagonal rumbo sureste será de unos 7 kilómetros, y no tardo más de 40 minutos en completarla. La primera media hora voy surfeando las pequeñas olas, que no es que mi kayak sea ideal para las surfeadas, pero con el mar favorable y un poco de maña y constancia para empopar las olas, coge velocidades muy buenas. Cuando ya estoy cerca de la orilla sur despliego la vela y la velocidad se dispara, un gustazo que dura unos diez minutos, porque el viento empieza a flojear y tengo que plegarla de nuevo. No me queda mucho hasta Fresvik, una hora más de paleo sin "ayuda externa" y me planto allí, justo a tiempo para comer en el muelle.


Con la ruta diaria terminada en mucho menos tiempo del que esperaba, me queda la tarde para dar un paseo por el pueblo y algo de los alrededores. Y a eso me dedico después de comer, recoger bien el kayak y disponer mi equipo en un lugar cómodo para luego acampar.


El muelle durante los meses más soleados y calurosos de verano es un área muy concurrida para tomar el sol y bañarse.


La iglesia es del año 1881, construida en madera.


Hacia el oeste desemboca un río y a las afueras del pueblo hay un par de factorías agrícolas.



A la vuelta monto la tienda y paso el resto de la tarde leyendo. 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Primer año de vida


A punto de cumplir un año de vida el blog, quiero dar las gracias a la gente que lo visita, especialmente a los que siguen con regularidad las entradas, a los pocos que han difundido o compartido el blog por internet, a las personas que han escrito comentarios y también a aquellos que me habéis dicho personalmente que os gusta y me habéis animado a seguir publicando. Gracias a todos el blog ha superado hace poco las 10 mil visitas, que no se si será mucho o poco la verdad, pero en cualquier caso me alegra saber que hay gente que disfruta entrando aquí. 

Para este segundo año me gustaría variar un poco los contenidos. Aunque lo básico seguirán siendo relatos y fotos de viajes en kayak, mi intención es empezar a publicar también pequeñas reseñas del equipo que uso, quizás alguna entrada de aspectos más técnicos sobre preparación de las travesías etc, y algo más de material de vídeo si me da tiempo a ir editándolo.

Hace unas semanas se borraron por la cara varios comentarios del blog, creo que eran todos respuestas mías a comentarios de otras personas. He vuelto a escribir esas respuestas y espero que no se vuelvan a borrar, porque me encantaría que el blog fuera cada vez más vivo, con más gente participando en él, así que animaos a publicar comentarios o enviar mails a unkayakenlamochila@gmail.com

¡Un saludo!

lunes, 1 de septiembre de 2014

Sognefjord Día 07. Fjaerland - Hella (30 de mayo 2014, 18 km)


Definitivamente estoy teniendo suerte con el tiempo. Otro día soleado y ya son 7 seguidos desde que aterricé aquí. Si la fortuna me sigue acompañando puedo volver a España sin probar la lluvia, lo cual no estaría nada mal.


La mismas vistas de ayer a última hora, hoy lucen más espectaculares con el sol de la mañana.



En esta jornada me propongo abandonar Fjaerlandfjord y regresar a Fresvik, para desde allí adentrarme en la parte oriental de la región. Las primeras horas de la mañana navego pegado a la orilla observando el tupido bosque y atento a los sonidos que brotan de su interior; el agua que emana en cada rincón, las pájaros que cantan con profusión, y de fondo el ruido de mi pala al entrar y salir rítmicamente del agua.


Hacia delante la vista alcanza muy lejos, casi hasta vislumbrar la unión del fiordo con el Sognefjord. Esta ramificación es bastante estrecha, pero no cuenta con sinuosidades que oculten su discurrir a los ojos y, aunque es muy hermosa, se echan un poco en falta esos recodos que te hacen esperar ansioso lo que aparecerá a la vuelta de cada curva. 


Hacia atrás se divisa el punto donde la montaña termina y empieza el agua, y también el enorme montón de nieve encajada que ya es parte del glaciar Jostedal.


Realizo una pequeña parada, la ya habitual de media mañana, para comer unos frutos secos y estirar las piernas, y aprovecho también para hacerme una autofoto con el glaciar de fondo.


Al montarme de nuevo en el kayak continúo navegando bien cerca de la orilla izquierda, lo cual me va a deparar una grata sorpresa. Poco después de recomenzar la marcha tomo esta foto en la que puede apreciarse parte de la variedad de especies arbóreas de la zona.


Tras aproximadamente una hora de paleo me topo con la agradable sorpresa de la mañana, apostado en una rama de abedul observo un enorme ejemplar de pigargo europeo. Me voy acercando a él muy despacio, hasta que levanta el vuelo cuando me encuentro ya a muy pocos metros. Su tamaño es descomunal y escucho bien fuerte el batir de sus alas cuando echa pesadamente a volar abandonando su descanso en la rama de abedul. Efectúa un vuelo circular en torno a mí, y vuelve a detenerse unos metros más adelante, entre la espesura del bosque. Unas cuantas paladas más y ya diviso al señorial pájaro de nuevo, mayestáticamente posado en otro árbol. No quiero importunarle así que mantengo la distancia esta vez, y con ese margen de cortesía trato de tomar alguna foto que merezca la pena. Resultado; vuelvo a quedarme frustrado con la escasa capacidad de la cámara de mi móvil para este tipo de instantáneas. Concluyo que para futuros viajes deberé agenciarme una cámara compacta decente, que no ocupe ni pese mucho, si quiero inmortalizar todos estos encuentros con la fauna local.

Poco después del encuentro con el pigargo paro a comer y tomo la foto patriótica del día; ver la propia bandera ondear a tanta distancia de casa en la soledad de estos parajes resulta curiosamente gratificante.


Por la tarde voy despacio porque empieza a subir la marea y como siempre trae corriente consigo, que en este caso me complica avanzar hacia fuera del fiordo. Con la marea todavía a bajo nivel no paro de ver colonias de mejillones; los he visto en todas las jornadas y ya empiezan a entrarme ganas de coger un buen puñado y darme un atracón. Pero prefiero abstenerme por miedo a una hipotética intoxicación.


Algunas nubes cubren el sol y ya voy llegando a la salida del Fjaerlandfjord.


Como hoy no tengo muchas ganas de pelear con la corriente y sufrir más de la cuenta, cuando veo esta solitaria cabaña de madera se me enciende la bombilla. A todas luces la casa se encuentra inhabitada, así que puedo aprovechar para desembarcar en ella y acampar en el llano que se extiende delante. Quedan horas de tarde suficiente como para dar una vuelta, leer y preparar la cena tranquilamente. Me apetece una tarde relajada, así que no se hable más, pospongo para mañana la llegada a Fresvik y desembarco aquí.


Preparo el campamento en una buena zona, y doy una vuelta alrededor de la casa. Tiene una mesa con dos bancos en el jardín que me van a venir muy bien para la cena.



La marea sigue elevándose lentamente así que tendré que subir el kayak bien arriba. Después de esta tarea preparo de cenar pasta y como sin prisa, acompañando la comida con un par de cervezas.



Y ya con todo dispuesto, en mi pequeña casa de nylon frente a la gran cabaña de madera, me dispongo a pasar el resto de  la noche. La verdad que me podrían haber dejado las llaves bajo el felpudo, pero tampoco es cuestión de abusar.

martes, 26 de agosto de 2014

Sognefjord Día 06. Ese - Fjaerland (29 de mayo 2014, 41 km)


Amanece otro día soleado de radiante cielo azul. La primavera escandinava me rodea cuando salgo de la tienda y me invita a darme un baño helado.



 Los primeros compases de ruta no se porqué pero me cuestan bastante. Igual es ya obsesión mía, por culpa de la corriente que sufrí ayer tarde al entrar en el pequeño Esefjorden, pero el caso es que me da la sensación de que vuelvo a tener la corriente en contra. En fin, procuro no pensarlo demasiado y así logro salir otra vez a la anchura del Sognefjord.

Caseta donde he montado campamento al final del Esefjorden
Pequeña aldea de Ese rodeada de montañas
Nada más dejar a mi espalda Balestrand giro a babor y después de rodear una menuda península atisbo ya el largo brazo de agua que ha de llevarme hoy a Fjaerland. Pero eso será al final de la jornada. Antes, lo que toca a continuación es atravesar el trayecto de la línea de ferries que cruza el canal entre Hella y Dragsvik. Al pasar por el muelle de Dragsvik encuentro un ferry amarrado pero con los motores en marcha, rápidamente carga pasajeros y vehículos y emprende su marcha al otro lado del canal. Desde la orilla contraria en Hella su hermano gemelo ya ha hecho lo propio y se dirige hacia esta posición.

Ferry en Dragsvik
Yo acelero para cruzar por su proa antes de que eche a navegar. Como aún queda mañana por delante me encamino al oeste de nuevo para adentrarme aunque sea brevemente, en el Vetlefjorden. Como el viento acompaña despliego la vela.


Al poco encuentro un buque que porta maquinaria para las obras de la zona. Aunque su puerto actual es Bergen a proa, mal tapado por una mano de pintura, se puede leer el rótulo con su antiguo nombre y procedencia, Hamburgo.


Tras dar un rodeo a esta ramificación, paro a comer. Después de almorzar y descansar un poco retomo el camino hacia Fjaerland.


Mirando hacia el norte las enormes montañas se erigen cual gigantes a ambas orillas del fiordo, gigantes de intenso verde a los pies y blanco refulgente en la coronilla.


Dando la vuelta sobre mis remadas la panorámica es también fantástica.


A medida que avanzo hacia Fjaerland aprecio más nieve en las cumbres. En la lejanía puedo observar el hielo perpetuo del glaciar encajonado entre las montañas.


La jornada se hace larga. Después de pasar la localidad de Fjaerland, que dejo a mi izquierda sin acercarme a ella, llego al final del fiordo. En principio es el lugar donde voy a quedarme a dormir. Pero la foto de satélite ha resultado engañosa con este paisaje. Lo que en esa vista me había parecido explanada de pasto apta para montar mi tienda, es realmente un cenagal lleno de mosquitos que se extiende entre la desembocadura de dos ríos.



Como se hace tarde, doy media vuelta y me acerco a Fjaerland en busca de un lugar para dormir. Al final lo encuentro en mitad de la localidad, en una zona de casetas de pescadores que parecen abandonadas y sin casas habitadas alrededor. A mi espalda se encuentra la iglesia del pueblo.


Antes de cenar dejo la tienda montada y voy a dar una vuelta por el pueblo, no se ve mucha gente por la calle.



Después del paseo me siento a cenar, y mientras caliento un sobre de pasta veo una pareja de delfines nadando a unos metros delante de mí. Contento de haber visto a estos simpáticos cetáceos me meto en la tienda a dormir.

martes, 19 de agosto de 2014

SogneFjord Día 05. Sogndal - Ese (28 mayo 2014, 42 km)


Mientras recojo el campamento llega a la playa un grupo de niños de 3 o 4 años acompañados por monitoras. También veo un par de personas que vienen a remar con piraguas de pista. Yo embarco pronto y empiezo con ánimo la jornada.

Escolares en la playa

Coincido en el agua con uno de los piragüistas, que se para a hablar un rato conmigo. Le cuento la ruta que tengo para hoy y, al igual que el chico con el que hable ayer, coincide en que el fiordo de Fjaerland bien merece una visita.


La mañana discurre por el mismo camino que realicé ayer pero en sentido contrario, hasta llegar de nuevo a las salida al Sognefjord. 


Desde aquí mi camino discurre en paralelo a la orilla norte del fiordo, que está mucho más civilizada que lo visto hasta el momento. Las casas de madera se suceden a mi derecha, algunas de ellas bastante bonitas y todas pintorescas. Más adelente se divisa un gran núcleo de población, Leikanger.

Allí me paro a reponer víveres en un hipermercado, muy bien surtido pero como todos aquí, muy caro. Después de hacer la compra me como un riquísimo pan de focaccia con abundante embutido local.

Abandono Leikanger buscando la entrada al Fjaerlandfjord. Por el centro del fiordo viene navegando desde mi espalda un gran crucero, que en pocos minutos se pierde entre las curvas que le conducen al océano abierto.



Según me voy acercando a la entrada del Fjaerlandfjord noto que la corriente en contra es cada vez mayor. Como ya es tarde renuncio a penetrar en el fiordo principal y entro por un pequeño ramal hacia el oeste, el Esefjorden, cuya puerta está flanqueada por la población de Balestrand. En la práctica esta decisión tampoco me ahorra esfuerzos, porque aquí la corriente es aún peor y para recorrer los 4 kilómetros hasta llegar al fondo del pequeño fiordo debo emplear casi una hora de intenso y sufrido paleo.

De frente la entrada al Esefjorden con el sol poniéndose tras la montaña
El pueblo de Balestrand custodia la entrada al Esefjorden
Finalmente alcanzo la explanada que debe servirme de refugio esta noche. El lugar es muy bello pero también bastante frío. Una buena cena caliente me sirve para combatir la bajada de temperatura.