miércoles, 13 de noviembre de 2013

Travesía por el Ebro desde Flix hasta el mar (120 km, Septiempre 2010)


Aparte de las fotos y bitácora que estoy publicando sobre el viaje por las islas Pitiusas, quiero ir subiendo poco a poco experiencias y fotos de travesías que realicé anteriormente y también en fechas más recientes. La idea es darle algo más de vida y variedad al blog, intercalando viajes de hace ya algún tiempo, con las crónicas que faltan de Ibiza y Fomentera, salidas más recientes y algún artículo sobre el material que he ido adquiriendo y probando en todas estas andanzas. Concretamente, la que recojo en esta entrada fue la primera travesía que realicé en kayak. Hasta entonces mi único contacto con el piragüismo había consistido en algunas rutas cortas de un día en kayak alquilados y cosas por el estilo. Pero aquí digamos que empezó lo serio. De hecho, para la ocasión decidimos comprar un kayak y material con intención de darle continuidad a la actividad. 

El tema de la adquisición del kayak y demás material fue curioso, pues esperamos al día antes de salir hacia Zaragoza para acercamos Carlos y yo a comprarlo todo. Teníamos idea de llevarnos 2 kayak hinchables de una plaza que habíamos visto en oferta por la página del Decathlon, pero al llegar a la tienda de Usera no había prácticamente nada en stock en la sección correspondiente. Es lo que tiene dejarlo todo para el último momento. Al final compramos lo único que encontramos allí, un kayak doble también hinchable, más que nada porque era eso o no hacer el viaje. Eso sí, salimos de la tienda con la idea de intentar devolverlo al regresar de la travesía. Y dicho y hecho, al volver lo llevamos a otra tienda de la misma cadena y... nos devolvieron el importe íntegro. Y lo mejor de todo, al comprar el kayak nos hicieron una rebaja del 50% en el resto de material que nos llevamos (palas, botes estancos, mochilas estancas de varios tamaños y chalecos), y todo eso nos lo quedamos sin pagar diferencia. El negocio se puede decir que nos salió bastante redondo, pues con el dinero recuperado pudimos comprar a los pocos días un kayak individual para cada uno, tal y como habíamos pensado en un principio.

Posando con el ticket de nuestra devolución
El viaje fue en bus de Madrid a Zaragoza, y de allí en tren hasta Flix. A Flix llegamos de noche, así que pernoctamos en un albergue cerca de la estación de tren. A la mañana siguiente nos fuimos con todas nuestras mochilas a una pequeña playa que hace el Ebro en la orilla opuesta a la población. En esa misma orilla había una zona comercial donde pudimos comprar todo lo que nos faltaba para ponernos en marcha. El siguiente paso, guardar y meter todo en el kayak, nos costó bastante más de lo esperado. Pero finalmente se consiguió.

Listos para empezar
Con todo preparado partimos rumbo al mar. Para todo aquel que quiera hacer esta ruta como la hicimos nosotros, sin ningún tipo de experiencia previa, le recomiendo que eche un vistazo a este enlace. Es de agradecer la labor de quien, de forma desinteresada, pone a nuestro alcance información y herramientas tan útiles para explorar nuestro entorno.

Castillo de Flix
Nada más salir recorrimos el meandro de Flix, coronado por el castillo de la misma localidad. Al poco llegamos a la central nuclear de Ascó. Allí la enorme y humeante chimenea imponía bastante, pero nos tocó parar justo delante por culpa de un ataque sorpresa. El ataque sorpresa merece entretenerse unas líneas. Novatos de nosotros, desde la salida llevábamos atada con un cabo a la popa una bolsa con latas de cerveza, que colgaba detrás nuestro hundida en el agua para mantener fría la cerveza. La verdad que las birras enfriarse no se enfriaron mucho, pero nos frenaban el avance como si arrastráramos un muerto. Pero es que además, la bolsa y los destellos de las latas que iban dentro llamaron la atención de un bicho gigante, supongo que un siluro, que de repente se abalanzó sobre la bolsa seguramente con intención de llevarse nuestras cervezas. No sé cuanto mediría el bicho alcohólico éste, pero parecía un monstruo. Incluso después de romper la bolsa y lograr sacar 2 yonkilatas, se conoce que frustrado por no poder beberse su contenido, amagó con subirse al kayak. Afortunadamente no lo hizo. Aún no estamos seguros de qué era exactamente, pero bautizamos a aquel engendro como el siluro alcohólico y radiactivo de Ascó. Después del ataque, recuperamos las latas que flotaban en el río y paramos a analizar qué había pasado. También aprovechamos para picar algo.

La parada tras el ataque del monstruo radiactivo fue en una minúscula isla frente a la central de Ascó.
Al poco de reanudar la marcha tuvimos que cruzar un azud, para lo cual debimos desembarcar, hacer un pequeño porteo del kayak por la margen izquierda del río, y reembarcar unos metros río abajo. Algo después se encuentra la población de Ascó, y no habíamos avanzado mucho más cuando empezó a esconderse el sol. El ritmo del primer día fue muy discreto, entre otras cosas porque las cervezas colgando ralentizaban mucho nuestra velocidad. Al final montamos el campamento de forma algo precipitada en un pequeño claro que ofrecía la maleza del bosque de ribera. Como era ya casi de noche y no teníamos repelente para insectos, los mosquitos se cebaron con nosotros mientras montábamos la tienda.

La mañana siguiente comenzamos la marcha sin remolcar ya ningún lastre, con lo que la velocidad aumentó considerablemente. Los primeros kilómetros de la jornada discurrieron por una zona de cortados y bosques muy vistosa. Al divisar la localidad de García el paisaje volvió a hacerse más llano.

Puente de García y población al fondo.
El paisaje era más llano pero igualmente boscoso.
La primera parada de la jornada la hicimos en el embarcadero de Mora de Ebro, donde comimos y echamos un rato.

Embarcadero de Mora de Ebro
Por la tarde avanzamos buen trecho, disfrutando con la visión del bosque que nos rodeaba y las montañas que se divisaban en el horizonte.


Así discurrió la tarde hasta llegar al pueblo de Miravet, en cuyo embarcadero también hicimos parada y en cuya plaza pudimos comprar cerveza fría.

Miravet.
El campamento lo montamos al poco de pasar Miravet en una zona perfecta para pernoctar en la margen derecha del río.


Al amanecer del día siguiente vimos pasar una lancha a toda velocidad un par de veces. Nos llamó la atención por lo temprano que era. Ese mismo día coincididos de nuevo con la lancha en Benifallet, y supimos que era la embarcación que supervisa este tramo del río. Durante las primeras horas de la mañana el paisaje seguía la tónica de la tarde anterior, pero en algunos tramos los montes de alrededor ganaban algo altura.


A mediodía hicimos parada en Benifallet y allí estaba la lancha que vimos al despertar. El chico que la llevaba nos comentó que quedaba poco desde allí para llegar a la presa de Xerta y nos dio el teléfono del puesto de control. La presa tiene unas compuertas que se abren para pasar río abajo sin necesidad de bajar del kayak. Nos indicó muy amablemente que debíamos llamar una media hora antes de llegar a la esclusa, porque en estas fechas la abrían solamente cuando alguna embarcación iba a pasar. Reanudamos la marcha y nos empezó a acompañar un fuerte viento de cara que casi no nos dejaba avanzar. El paisaje era ya más abierto, y el río se había ensanchado notablemente.


Al llegar al punto que nos había explicado el lanchero a media hora aproximada de la presa, llamamos al puesto de control para avisar de que íbamos a pasar en un rato. Pero el tramo final hasta llegar fue duro. Antes de doblar la última curva que te deja ya a la vista la presa nos dio alcance de nuevo la lancha, a nuestro rescate podría decirse, pues el marinero viendo que el viento nos hacía muy penoso ganar siquiera un metro al río, nos ofreció remolcarnos hasta la presa. Declinamos la oferta, pues aunque era bastante tentadora, nos tocaba un poco el orgullo dejarnos remolcar. Finalmente logramos entrar por la esclusa, que se cerró a nuestra espalda y empezó a vaciarse.


Y finalmente abrió sus puertas para dejarnos salir al otro lado.


Seguimos río abajo hasta llegar al embarcadero de Tivenys, donde hicimos la parada para comer. Llevábamos bastante camino hecho durante la mañana, pero por la tarde quisimos avanzar también bastantes kilómetros. El objetivo era pasar Tortosa en esta jornada.

Camino de Tortosa la sierra del Ports se divisaba a lo lejos.
A Tortosa llegamos con bastante luz todavía, así que nos dio tiempo a comprar víveres. 

Tortosa
Finalizamos la jornada acampando en una playa todavía sin perder de vista la ciudad de Tortosa. Amaneció al día siguiente con un sol espléndido.

Después de analizar los mapas detenidamente, señalé la dirección a seguir...
...pero la verdad, no tenía mucho mérito. Imposible perderse!!
Para el último día de travesía nos quedaban por recorrer más de 40 kilómetros, pero íbamos a contar con un aliado importante. En el tramo final del río antes de desembocar en el Mediterráneo la corriente se iba haciendo cada vez mayor, hasta sumar una notable velocidad extra a nuestro avance. El río se ensanchaba y el paisaje cambiaba. Campos de cultivo en las márgenes del río y algo de bosque de ribera era la nota predominante. En el horizonte aún se veían las montañas tocadas de nubes.


El ritmo era bueno y no tardamos en llegar a Amposta, donde realizamos una breve parada

Rampa de embarque en Amposta.
La siguiente población era ya la última antes de la desembocadura, Deltebre. Se tarda algo de tiempo en cruzarla, pues se alarga por la margen del río unos 5 kilómetros. En un chiringuito a la altura del club de remo decidimos comer. 

La Bestia de Deltebre.
Teníamos tiempo de sobra para llegar al final de la ruta, y ahora el río prácticamente nos llevaba sin esfuerzo.

Una última parada antes de llegar al delta.
Y finalmente divisamos el mar, !objetivo cumplido!


Había una rompiente bastante fuerte donde se juntaban las aguas del Ebro y el mar Mediterráneo.
Después de barajar varias opciones, decidimos buscar algún lugar para acampar en las marismas. No había mucha más opción, pues la fuerte rompiente que se veía para salir al mar nos podía volcar fácilmente. En todo caso fue complicado hallar una vía entre las marismas que nos permitiera progresar hasta tierra firme. Además los mosquitos volvieron a masacrarnos sin piedad. Finalmente pudimos acampar en las dunas. Ya de noche recorrimos la playa hasta la urbanización de Riumar, donde cenamos en una pizzeria. Allí pedimos ayuda para poder salir al día siguiente hacia un lugar que conectara con Tarragona o Zaragoza. La camarera se portó de lujo. Nos comentó que su hermano, el cocinero (gran maestro pizzero), iba temprano al día siguiente a la Aldea, y que desde allí podíamos coger un bus a Zaragoza. El hermano no puso problema en llevarnos, y quedamos en la puerta de la pizzeria para la mañana siguiente. Dimos cuenta de las pizzas, nos despedimos de nuestros anfitriones y volvimos a nuestro campamento. 

Las lagunas conectan unas con otras en el Delta.
Al día siguiente tocaba despertar pronto para recoger kayak y equipo, y caminar a Riumar. 

La bahía de Riumar está muy azotada por el viento. 
Nos pusimos manos a la obra y con todo listo iniciamos la marcha a pie.

El kayak desinflado. Procuramos doblarlo bien para devolverlo al regresar a Madrid.
Llegamos con antelación a nuestra cita, el coche tampoco tardó en llegar y en poco tiempo nos dejaron en la Aldea. El resto del día fue un poco odisea, bus desde la Aldea a Zaragoza y otro bus más desde allí hasta Madrid. Volvíamos cansados pero muy satisfechos con la experiencia. En pocos días habíamos visto paisajes muy diferentes, en paralelo con la evolución del río, contemplado la naturaleza del Ebro y su fauna (mención aparte la cantidad de aves que se divisan), y disfrutado de este deporte del kayak que acababa de engancharnos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena entrada, y para ser la primera ruta os estrenasteis a lo grande. Si navegas en kayak no bebas: lo digo por lo del siluro jajaja. Un saludo

Unknown dijo...

Menuda pasada compañero!! Oí hablar hace tiempo de esta ruta, y buscandola por internet, entre otras cosas, llegué a tu blog y veo que eres todo un experto. La verdad que te has ganado un nuevo lector, pues nada de lo que publicas tiene desperdicio. Encantado de leerte ;)
De hecho,si me lo permites, me tomo la licencia de pedirte ayuda cuando me decida a realizar esta misma ruta, pues parece bastante interesante. Un saludo!

Un Kayak en la Mochila dijo...

Gracia Rebalaje y Jesús por vuestros comentarios. Saludos

Anónimo dijo...

Es de ruin total, utilizar algo con todo el morro para despues devolverlo.
Asi va este pais.
Espero no cruzarme con vosotros

Un Kayak en la Mochila dijo...

Pues en "este país" cada uno se indigna con lo que le apetece. A ti te parece una ruindad que dos personas aprovechen las facilidades que da la política de devoluciones de una empresa que gana al año cientos de millones de euros. A mí por ejemplo me indigna más que una Confederación Hidrográfica me clave 700 pavos de multa por montar en kayak por un pantano, cuando no molesto a nadie ni ensucio nada. Eso si me parece ruin y representativo de lo que es España hoy día.

Unknown dijo...

Magnifico relato, jeje, yo vengo de hacer la travesia ahora en enero, la recomiendo, aunque con kayak hinchable se hace durillo, me quedado con ganas de hacer otra rutilla de una semana alguien sabe de otra ruta similar?

Un Kayak en la Mochila dijo...

Hola, pues el mismo Ebro en provincia de Zaragoza es otra gran opción, especialmente ahora en primavera. Para una semana puedes hacer yo creo que prácticamente la provincia entera, desde Novillas hasta Escatrón, o Mequinenza si quieres hacer también el embalse, aunque para eso igual habría que sumar un par de días.
Saludos!