jueves, 7 de agosto de 2014

SogneFjord Día 04. Fresvik - Sogndal (27 mayo 2014, 27 km)


Como ayer llegué al final de mi jornada sin fuerzas y pelado de frío no pude escoger un lugar idóneo para acampar. Me tiré a por la primera caseta de pescador con rampa que vi, nada más entrar en la bahía de Fresvik. Comprobé que no había nadie en la pequeña cabaña que estaba adosada a la caseta y monté la tienda justo al lado. Me levanto recuperado al cien por cien, y me siento a desayunar en el porche de la casa.


Mientras desayuno suena mi teléfono, llaman desde un número de móvil español que no tengo en la agenda, pero del que hay una llamada perdida registrada ayer por la tarde. Pienso que pueden ser los compañeros malagueños que ya deben andar navegando por la zona, así que contesto, y efectivamente son ellos. El parte que me dan no es el esperado la verdad. Han pasado varios días navegando por el fiordo de Geiranger, más al norte, y allí el paleo les ha cundido mucho, hasta tal punto que ya están un poco saturados de paisajes nórdicos, fiordos, cascadas, etc. Así que van a tomar rumbo de vuelta a España antes de lo previsto. Anulado nuestro encuentro, nos despedimos hasta mejor ocasión. 

Con el cambio de planes que ha acontecido me pongo a darle vueltas a la situación. De haberme enterado antes, seguramente me hubiera quedado otro día en Naeroyfjord, ahorrándome la paliza de por la tarde y disfrutando más tiempo de aquella zona tan hermosa. La mala suerte quiso que ayer, cuando intentaron llamarme por la tarde para avisarme del cambio, no tenía el móvil a mano. Ahora con días por delante y sin ningún compromiso puedo repensar mi ruta. En el brazo central del Sognefjorden el paisaje es espectacular, pero no tanto como en las zonas que he recorrido estos días atrás; al ser mayor la distancia de orilla a orilla se pierde un poco la sensación de navegar encajonado entre montañas. Creo que si las medias de kilómetros diarios son buenas y me dan opción a ello, regresaré a Aurlandsfjord y Naeeroyfjord en los últimos días de travesía, para convertir mi periplo en una ruta circular con final en Flam. Con ese nuevo rutómetro en mente empiezo a cargar mi kayak para salir lo antes posible a navegar.


Fresvik es un pueblo precioso, perfecto además como base para realizar rutas hacia el interior del glaciar Fresvikbreen y todas las imponentes montañas que rodean la localidad. 


En principio mantengo mi plan de ruta para el día de hoy, así que me toca cruzar el Sogne hacia la orilla norte. Desde la mitad del recorrido, en el centro del fiordo, la panorámica te deja boquiabierto.


Ya en la otra orilla desembarco a andar un poco y comer unos frutos secos.




Al rato de retomar la marcha me adentro en el Sogndalfjorden, que discurre hacia el noreste hasta la ciudad de Sogndal. El Sogndalfjorden se conecta con el Sognefjorden a través de un paso bastante estrecho, delimitado en la orilla norte por el pueblo de Nornes y en la sur por el de Fimreite.

Casas en Fimreite
Faro cerca de Nornes
Poco después de pasar el faro de Nornes paro a comer. Me siento un rato a descansar después del bocata y ya con fuerzas renovadas vuelvo a la piragua.

Aquí las montañas son más achaparradas y están salpicadas de casas de madera. Aunque indudablemente tiene su encanto, el recorrido resulta algo aburrido si lo comparo con lo contemplado en los días precedentes. Aunque el viento es suave, sopla continuo en mi favor, así que para hacer el viaje más divertido despliego mi vela. Voy navegando a vela, durante una hora aproximadamente, a una velocidad de unos 2 nudos. No es gran cosa, pero después de la paliza de ayer agradezco el descanso; además manejar la vela resulta divertido. El viento se mantiene suave pero finalmente rola en contra, así que pliego la vela y continúo remando.

En principio la ruta de hoy consiste en llegar hasta el extremo de este fiordo, más allá de Sogndal, en la desembocadura del río Aroyelvi. Desde allí mi intención es regresar, ya avanzada la tarde, y entrar por una ramificación del fiordo que se forma hacia el este, justo enfrente de la ciudad de Sogndal, que termina en una playa, creo que de arena por las fotos del satélite. Como es de las pocas playas de arena que voy a poder encontrar por aquí, mi idea es parar allí a pasar las últimas horas de la jornada y acampar en ella si es posible. 

Según me voy acercando a la altura de Sogndal decido cambiar ligeramente mis planes. La parte de Sogndal y más allá no parece demasiado espectacular, y si me desvío ahora a la derecha llego a la playa de poniente con horas de sol aún para disfrutar de un largo rato de relax en ella. Me dirijo hacía este brazo del fiordo y, tras remar una media hora, ya puedo divisar al fondo la playa.


El lugar no me decepciona. Hay gente tomando el sol y algún valiente se baña y todo, yo sigo su ejemplo, aunque el agua no está para baños largos. Al caer la tarde el lugar se despeja y me pongo a hablar con un lugareño que resulta ser amante del kayak. La charla me resulta de gran ayuda, pues gracias a sus indicaciones y consejos vuelvo a rediseñar mi ruta. Me habla muy bien del Fjaerlandfjord, más al oeste, y me convence totalmente de dirigir mi rumbo mañana temprano hacia allí. Con los deberes para mañana decididos contemplo cómo va bajando el sol en el horizonte.


Me hago de cena unas sabrosas salchichas noruegas y mientras las como veo un kayak que se acerca a la playa.


El kayakista desembarca, estira un momento las piernas, vuelve a montar en su piragua y regresa por donde vino. Cuando me quedo totalmente solo en la playa monto la tienda.


El lugar transmite paz y calma absolutas. Aún hay luz natural suficiente para leer un rato, así que plácidamente sentado disfruto de un final de jornada perfecto.


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