lunes, 10 de noviembre de 2014

Sognefjord Día 12. Skjolden - Gaupne (04 de Junio de 2014, 23 km)


Mientras nado en las gélidas aguas del fiordo, aguas glaciares resultado del deshielo de las montañas que me rodean, me viene a la cabeza la duda de si es real lo que está pasando o aún sigo durmiendo y todo esto es un sueño. La duda se disipa rápido, logro llegar hasta la orilla y al salir del agua tengo la sensación de que me están clavando cientos de alfileres en piernas y brazos, los pies me duelen y estoy tiritando como un pajarillo. 

Solo hace unos minutos estaba durmiendo mansamente en el calor de mi saco hasta que un grito me despertó súbitamente desde el exterior de la tienda. Una voz joven y agitada me decía "mister, your kayak is floating on the fjord...". Ahí empezó mi pequeño calvario de esta mañana. 

Salgo de la tienda con los ojos apenas abiertos y miro hacia donde había varado el kayak la tarde anterior, efectivamente no está. Miro confuso al chico, le reconozco, ayer por la tarde estaba con la pandilla de la barbacoa, recuerdo que nos saludamos al pasar yo cerca de su grupo, cuando estaba inspeccionando la zona. Me explica que iba hace un rato en coche de camino al instituto y se ha fijado en mi campamento, pero le ha llamado la atención la ausencia del kayak. Entendiendo que la marea lo arrastró, ha procurado localizarlo desde la carretera y lo ha hecho más o menos a un par de kilómetros de distancia de la playa. Aún estoy medio dormido, pero lo suficientemente espabilado como para entender la explicación del chaval. Hago memoria; ayer en la playa no vi ninguna señal del alcance de la pleamar, por lo que asumí que al ser una playa formada a la vuelta del estuario de un río no subiría mucho allí la marea, craso error. Así es que dejé varada la piragua sólo a un metro de la orilla y ahí se fragua su desaparición en las aguas del fiordo.

Ahora conviene actuar rápido, el chico me ofrece llevarme en coche hasta la altura donde está flotando mi barco a la deriva. Me pongo las zapatillas, recojo la bolsa estanca con las cosas de valor, y salgo corriendo con él. En el coche espera también su novia. Los tres a bordo nos ponemos en marcha y en pocos minutos llegamos a la altura de mi kayak. Ahora toca la parte más dura, nadar hasta él. Se encuentra a unos 150 metros de la orilla, y si tuviera ojos me miraría con sorna, pienso yo en ese momento. El chico baja conmigo a la orilla, yo me desvisto rápido y me tiro al agua sin pensarlo demasiado. El frío es cortante así que nado sin descanso hasta alcanzar mi objetivo. Una vez me hago con él tengo que remolcarlo nadando, pues el remo de repuesto está guardado dentro del kayak en un lugar inaccesible desde la bañera. Al llegar a la orilla, como decía al inicio, mi cuerpo está totalmente entumecido por el frío.

La situación es cruda, pero también realmente cómica, así que río a carcajada limpia intentando entrar en calor. Mi joven amigo noruego hace lo propio cuando le digo entre risotadas "this is the best way to wake up here in the fjords...". Él me comenta que tiene que marcharse, así que le doy las gracias de corazón por su ayuda y nos despedimos. Ya tengo de nuevo el barco conmigo pero la situación sigue siendo complicada. Estoy pelado de frío, así que lo más rápido que puedo saco el remo de repuesto, me pongo algo de ropa seca y entro al kayak para empezar a remar de vuelta a la playa donde espera mi tienda. Al llegar de vuelta al campamento la tienda y mis cosas están tal cual los dejé. Noto dolor en pies y manos por el frío, pero afortunadamente está saliendo el sol con fuerza entre las nubes y eso, junto a una capa extra de ropa seca, me ayuda a recuperar la temperatura corporal. 

Mientras estoy desmontando la tienda veo un coche de policía que se detiene junto al parque. Se baja de él un agente, que se acerca despacio hasta mi, debe tener mi edad más o menos. Me da los buenos días y me pregunta si el kayak de la orilla es mío, a lo que respondo afirmativamente. Me comenta que han recibido un aviso sobre un kayak flotando sin tripulante y está investigando la zona por si se tratara de un accidente. Le explico lo sucedido con cierto tono de mea culpa, como un colegial que está confesando a su profesor que no ha hecho los deberes, tratando de hacerle entender que no soy un descerebrado que va de ruta en solitario sin tomar las precauciones necesarias. Tras mis explicaciones el agente me exculpa con un "estas cosas pasan" y me desea que disfrute del resto de mi viaje y que vaya con cuidado. Del hecho de haberme visto acampado en plena ciudad no dice absolutamente nada. Cuando se marcha no puedo resistirme a elucubrar qué hubiera pasado con un agente de la autoridad en España en el mismo caso.

Tras terminar de recoger mis cosas son ya más de las once, no hay pues mucho tiempo que perder si quiero cumplir mi plan de llegar a Gaupne para comer. Así que sin más dilación empiezo a remar con ese destino. 


La jornada transcurre sin mucho más sobresalto. Voy dando vueltas a lo sucedido al amanecer y no puedo evitar esbozar una sonrisa pensando la suerte que he tenido. 

Al cabo de un par de horas paso de nuevo por la cascada Feigumfossen, esta vez desde la orilla opuesta, aunque su visión sigue siendo imponente. 


Poco después de sobrepasar la cascada debo entrar a mano derecha por el brazo de agua que me conduce directamente hasta Gaupne, de momento estoy cumpliendo el horario previsto. 


Al llegar a Gaupne remonto unos cientos de metros el río Jostedola, para desembarcar lo más cerca posible del camping donde quiero alojarme. Al final el porteo hasta la puerta del camping se queda en solo unos diez minutos, lo cual se agradece.



Escojo mi parcela y me pongo a desmontar el kayak a la vez que voy haciendo algo de comer. 


Después de un rato el kayak está de nuevo en su mochila y yo estoy comido.


Por la tarde doy una vuelta por el pueblo y me entretengo mirando las casas que construye aquí la gente, verdaderamente acogedoras. 





También paso por la recepción del camping, que se encuentra en un hotel cercano por ser todavía temporada baja. En el hotel, aparte de tomar unas cervezas, hablo con el simpático recepcionista para pedirle ayuda con dos temas. Por un lado, le pido que me hagan el favor de guardarme la mochila del kayak durante los dos días que voy a ir de ruta hacia el glaciar Jostedalsbreen. En segundo lugar le pido información y consejo acerca de la ruta que voy a hacer, sobre todo sobre si el lago glaciar Tunsbergdalsvatnet está helado en esta época y el tiempo que puede llevarme llegar hasta el y volver. Ya por último, le pregunto la previsión del tiempo para los próximos días que, ahora sí, apunta a cielos cubiertos y lluvias. 

De vuelta al camping, ceno y me refugio en la tienda a decidir, con la información que he obtenido, si empiezo la ruta mañana o espero un día más en Gaupne. En esta disyuntiva me vence el sueño. 

4 comentarios:

Suso dijo...

Me alegro de que todo acabara bien... aunque pudiste perder el kayak en caso de mal tiempo y viento.
A mí en un vivac me llegó el agua a dos palmos de los pies... jiji.
Un saludo.

Un Kayak en la Mochila dijo...

Si, tuve suerte y mi despiste lo pagué barato. Gracias Suso

Redneck dijo...

Tenia ganas de leer esta entrada, no recordaba el episodio con la policía, en cosas como esta (el chaval ayudándote, la policía haciendo bien su trabajo...) se ve la excelencia de un país.
Aprovecho para felicitarte las fiestas a tí y a los tuyos, especialmente a L en este año tan duro.
Un abrazo.

Un Kayak en la Mochila dijo...

Qué tal tio? Me has pillado de viaje y no había visto tu comentario. Gracias por la felicitación, espero que hayáis tenido buenas fiestas y os deseo lo mejor para 2015. Un abrazo!