Esto se está acabando. Mañana por la noche sale mi vuelo de vuelta a Madrid y a menos que tenga un contratiempo inesperado la travesía está casi completada. Ahora mismo debo encontrarme a no más de 10 km del punto donde embarqué 11 días atrás en Ses Figueretes, y se me vuelve a plantear la misma disyuntiva de ayer, seguir hasta Ibiza o entretenerme un día más recorriendo con mayor detenimiento una parte de mi trayecto reciente. Esta vez no tengo mucho problema en decidirme. Ayer, en la parte final de la jornada, tuve que pasar todo el trecho entre Santa Eulalia y Cala Olivera sin casi parar y sin contemplar bien la costa. Por lo tanto, decido salir por la mañana en dirección opuesta a Ibiza, hacia Cala Llonga.
Al levantarme noto que los mosquitos anoche se pusieron las botas conmigo mientras charlaba con el capitán ron al anochecer. Tengo la cara, cuello y manos con bastantes picotazos, y el ojo medio cerrado por uno, más certero e incómodo, en el párpado. Un baño con el agua fresquita de primera hora de la mañana me quita bastante los picores.
Cala Olivera |
El Fast Ferrie de la mañana con destino Formentera |
Calma total antes de salir |
En el camino hasta Cala Llonga descubro algunos rincones fantásticos y me detengo para tomar varias fotos.
Recorro Sol d'En Serra donde las gaviotas abarrotan la playa de cantos y al poco llego a Cala Llonga. Nada más entrar en la estrecha bahía descubro enfrente mío una pequeña cala, un sitio realmente ideal para pasar unas horas. Entro hasta el fondo de la bahía para ver qué se cuece en la playa urbana pero enseguida doy media vuelta y desembarco en la cala. Como el lugar es tan apacible y hermoso decido quedarme hasta después de comer aquí. Es uno de los momentos más relajantes del viaje. Entre descanso contemplativo, lectura y buceo pasan las horas.
El lugar me invitaba a quedarme. |
Y decidí pasar el grueso del día en él. |
El agua era transparente y el fondo ideal para bucear. |
Sobre las 6 dejo la cala y avanzo ya en dirección a Ibiza. Si me acerco demasiado a la capital no encontraré ninguna playa apropiada para pernoctar, así que planeo llegar hasta el Cap Martinet como punto límite y entre el lugar donde monté ayer campamento y Martinet, elegir alguna cala recogida. Opciones encuentro 3: la primera a muy poco de Cala Olivera, donde dormí ayer, se conoce como Cala Espart; la segunda, la playa de S'Estanyol; y la última, Cala Roja, ya casi en el Cap Martinet. La que más me convence es la primera, así que me toca regresar sobre mis pasos desde Martinet hasta unos kilómetros más atrás. Una vez desembarcado e instalado en la Cala Espart y a la vista de las comodidades que voy descubriendo, tengo la seguridad de que he acertado de pleno en mi elección.
Superficie llana y bien nivelada para dormir cómodo. Una silla que encuentro entre los matorrales para poder sentarme.
Posidonia seca en la playa para poder hacer más mullido mi colchón y una magnífica vista de los reflejos del atardecer.
Verde el bosque hacia el interior y ni una edificación a la vista. La luna ya brilla en el cielo
Aún no es del todo noche, y para rematar la jugada puedo disfrutar mi cena sentado en una cómoda silla y beberme un buen vinito mientras oscurece. Ni la más lujosa suite del mejor hotel del mundo mejoraría este rincón del Mediterráneo. Me voy a dormir contento.
2 comentarios:
Vino y silla de director de cine... casi nada.
Qué te voy a contar Suso... A veces la suerte acompaña y disfrutas estos momentos mágicos, y eso compensa con creces todos los momentos duros. Un saludo
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