lunes, 13 de enero de 2014

Ruta por el embalse de Riaño, León (10,5 km, Diciembre 2013)


Aprovechando un viaje a León que hicimos el pasado puente de la Constitución, quisimos acercarnos a hacer una ruta en kayak por el embalse de Riaño. El lugar lo conocía sobre todo por algún foro y blogs en internet, que lo destacaban como un auténtico paraíso para rutas de senderismo o kayak, y la verdad que teníamos ya ganas de visitarlo. Además, teniendo en cuenta que continuábamos nuestro viaje por unos días más hacia Cantabria, era el lugar idóneo para hacer una escala y darle un poco al remo. Pasamos la noche anterior en el pueblo nuevo de Riaño, erigido tras la construcción del embalse en 1987 que dejó para siempre sumergida bajo el agua la población original. El aspecto de la localidad, aunque sin el encanto y belleza de los pueblos más típicos de la montaña leonesa, no deja de ser pintoresco por cierta reminiscencia alpina que se aprecia en su arquitectura. Por la mañana la niebla estaba agarrada muy fuerte en toda la zona del embalse, y no parecía querer levantarse ni tan siquiera cuando ya pasadas las 11 empezamos a montar el kayak en la zona del embarcadero.


Hacía bastante frío, aunque por fortuna la previsión apuntaba a una mañana soleada. Mientras hinchábamos nuestro kayak Sevylor biplaza ya empezaban a vislumbrarse las imponentes montañas entre el manto nebuloso.


Con todo listo entramos al agua algo antes de las 12 y, ya con el cielo despejado, disfrutamos del increíble paisaje. 


El embalse es amplio, y puede dar tranquilamente para rutas largas de un día o incluso para dos jornadas de paleo. De hecho, un club de kayak organiza una travesía invernal de fin de semana desde hace ya algunos años. Como no teníamos mucho tiempo, nosotros nos conformamos con hacer una ruta corta cubriendo lo que creímos debía ser la mejor zona para visitar desde el kayak. Salimos del embarcadero de Riaño, cruzando por debajo el puente de la carretera nacional y apuntando después hacia el canal que hace el embalse en el desfiladero entre la crestas montañosas del pico Gilbo y la Peña de las Pintas.









La quietud de las aguas reflejaba como un espejo el contorno montañoso.




Entrando por el brazo occidental más crestas montañosas se dejaban ver al fondo.




En el camino de vuelta hacía Riaño la estampa era también esplendida.


Paramos un momento en una islita a la salida de este brazo occidental, pero el frío se hacía sentir fuerte en cuanto parabas de palear, así que volvimos enseguida a coger el remo.









Llegamos de nuevo al embarcadero más o menos en el horario previsto, aunque con gusto hubiéramos pasado allí más tiempo. Para otra ocasión será, seguramente. Antes de marchar del pueblo una última foto desde la carretera y hasta pronto.



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