Me despierto con las luces del alba, el sol empieza a despuntar tras la Isla de Epardell. La estampa me despierta ganas de iniciar la jornada, así que me pongo enseguida a preparar el desayuno. Los desayunos cuando salgo con el kayak no suelen ser nada sofisticado. Una caja con ración suficiente de leche en polvo, café soluble, nesquick y azúcar nunca me faltan, lo que con las galletas y el zumo de naranja que compré ayer en Ibiza, me da para cubrir el expediente con nota.
Amanecer a través de la mosquitera |
Después de desayunar me entretengo unos instantes observando a mi alrededor y haciendo alguna foto. A unos cuantos pasos al sur está la punta de Espalmador, y desde ella se puede ver muy cerca la isla de Formentera. El paso entre las dos no tendrá más de 300 metros y creo que se puede cruzar a pie sin dificultad, pues no parece que haya casi calado, pero es temprano aún para ver gente por la zona. Recojo todo en el kayak y empiezo mi ruta. Tras dejar atrás Espalmador, hago camino en paralelo a la inmensa playa de Llevant que dibuja a mi derecha un horizonte de arena blanca moteado de salientes y entrantes rocosos durante aproximadamente una hora. Las playas y el impresionante color del agua se presentan tan apetecibles que no puedo evitar hacer una parada en una pequeña cala para darme un baño.
Cumplo con el deseado baño, me siento un rato al sol y pronto reanudo el camino. La costa aquí todavía tiene un perfil bajo, pero de momento lo que más llama mi atención es el impresionante color turquesa del agua. No tardo casi en llegar a la población de Es Pujols. Todavía es mediodía, así que aprovecho para dar una vuelta por la población en busca de un preciado tesoro que echo mucho en falta, cerveza fría. Además de cerveza, meto algunas algunas cosas más en la cesta para completar la compra del día anterior. Ya es más de la una cuando regreso a la playa, así que decido comer. Según me voy acercando observo que se aproxima un grupo de 4 kayaks y vienen a desembarcar en la playa de al lado. Saco mi comida y algunas cosas más, la idea es pasar un rato aquí. Encuentro la sombra de una palmera para dejar mi toalla y me hago una buena flauta de jamón con tomate, que acompaño con la cerveza. Los 4 kayakistas que han parado en la playa contigua pasan cerca mio, buscando sitio para comer. Aprovecho para acercarme a hablar con uno de ellos, que me comenta que han alquilado los kayak allí en Formentera para dar la vuelta en plan tranquilo y luego quieren pasar unos días en Ibiza. Su plan suena bien. Después de comer me siento a leer un rato y miro un poco los mapas para intentar concretar dónde terminaré la jornada. No parece razonable ir más allá de Es Caló, pues a continuación ya empiezan los acantilados de la Mola. Decido que buscaré algún punto para acampar en las cercanías de Es Caló y me duermo una pequeña siesta. Al despertar me doy un chapuzón y empiezo a recoger las cosas sin prisa.
En Es Pujols sigue sorprendiéndome el color del agua |
Al reiniciar la marcha noto que comienza a cambiar el paisaje. Las playas de arena blanca y los pequeños salientes rocosos dan paso a los acantilados bajos de Punta Prima.
A medida que me acerco a la punta el paisaje se hace más interesante
Y los acantilados empiezan a ganar algo de altura y vistosidad
Avanzo a buen ritmo, y con bastante tiempo de luz aún, llego a la altura de Es Caló. Más que una población como tal es un antiguo poblado de pescadores con algunas casas alrededor y un par de chiringuitos también en las cercanías.
Poblado de pescadores de Es Caló |
A partir de aquí empiezo a buscar un sitio para montar campamento y la cosa se me complica un poco. Mi kayak es una excelente embarcación, pero el arrastrarlo por las rampas de izado de barcas o por rocas en general lo puede dañar seriamente. Si fuera con un compañero al menos, con su ayuda podría desembarcar sin problemas en una cala rocosa o en una rampa de alguna caseta de pescadores. Pero a mí solo me resulta muy difícil levantar en vilo el kayak con todo su carga para evitar arrastrarlo por la roca. Así que me concentro en encontrar una cala de arena para mi desembarco. Voy hasta el limite donde empiezan a levantarse los acantilados de la Mola, pero en este recorrido no encuentro ninguna opción viable, todo son ya pequeñas calas de roca, aunque la zona es impresionante.
Desando un buen trecho, pero no encuentro nada que me convenza. Se va haciendo tarde y comienzo a estar cansado de dar vueltas, así que me decido por una playa que en principio había descartado por estar junto a un chiringuito. Tras desembarcar inspecciono la zona, me acerco al chiringuito, que resulta ser un local de italianos, Amore e Odio. Está a rebosar de gente y con la música fuerte, y me parece que están haciendo el típico aperitivo playero italiano. Efectivamente, al empezar a tramontar el sol todo el mundo se coloca de frente a él por la playa, celebran la puesta con una ovación y poco a poco se va vaciando la playa de gente y la música se mitiga.
Me voy preparando la cena y, después de terminarla, la zona se ha despejado casi del todo, así que saco mosquitera, esterilla y saco, recojo mis cosas y leo un poco antes de dormir. Mañana será otro día.
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