lunes, 27 de enero de 2014

Parte II Travesía por el Río Duero, de Peso da Regua a Oporto (101 km, Octubre 2010)

Días 3-4, de Aldeia Nova a Oporto


Levantarse y salir de la tienda fue duro por el frío y la humedad. Además la ropa no estaba ni mucho menos seca y ponerse el neopreno y los escarpines mojados y fríos daba bastante pereza, pero no quedaba otra. Así que sin querer pensarlo demasiado recogimos y nos cambiamos para entrar ya a los kayak. 


Hasta bien entrada la mañana la niebla no terminó de levantarse, y con ella ocupando las partes altas del valle disfrutamos, en esas primeras horas matutinas, de un paisaje más espectacular si cabe.



Realizamos la parada para comer en Vitetos, población que tenía un embarcadero con varios pantalanes y una rampa. En la rampa dejamos los kayak y caminamos a un zona cómoda para sentarnos y comer algo. Cometimos el error de no subir las piraguas bien arriba de la rampa a terreno seco y lo pagamos, aunque por fortuna no tan caro como podría haber resultado. Se conoce que al paso de alguna embarcación grande se formó una ola del tamaño suficiente como para llevarse nuestros kayak de la orilla. El caso es que al volver a la zona de la rampa comprobamos con sorpresa que nuestros kayak ya no estaban allí, el siguiente vistazo al agua nos dejó algo más tranquilos, pues se podían ver en pleno Duero avanzando lentamente con la corriente río abajo. Afortunadamente la corriente era casi inexistente, así que con darse un chapuzón y nadar hasta ellos pudimos recuperarlos y traerlos de vuelta. Echamos a suerte quién de los 2 tenía que tirarse a por los kayak y la misión le tocó a Carlos. Creo que aquella zambullida en las frescas aguas del Duero le ha dejado secuelas irreversibles.

Aquí nuestras piraguas antes de que se las llevara la ola de un barco y quedaran flotando en medio del río. Viendo después la foto se aprecia bien el fallo, queda más de la mitad de cada embarcación en el agua.
Durante la tarde avanzamos bastante. El paisaje se hizo algo más abierto, y las aguas se hicieron más quietas a medida que el sol iba desapareciendo en el horizonte.




Llegando la noche volvimos a pasar algún apuro tratando de encontrar un sitio apto para acampar, pues el cerrado bosque de ribera no dejaba casi ningún espacio para desembarcar. Al final vimos una rampa y nos tiramos a por ella. Resultó ser la rampa de embarque de una villa, que se ocultaba en el bosque algo más arriba. El sitio era perfecto, pues la mansión estaba deshabitada y en sus aledaños nos ofrecía un amplio espacio llano para montar la tienda. 


Muy cerca de nuestra tienda estaba la piscina, de la que salía una escalinata tallada en la roca que subía a la casa. Estaba llena, pero el color del agua no invitaba mucho y además con un baño helado al día pensamos que era ya suficiente.


A la mañana siguiente el despertar fue mejor, con menos frío, menos niebla y menos humedad al estar el campamento a mayor altura. Desayunamos como siempre, recogimos todo y nos echamos al agua. 


El sol lucía en el cielo desde primera hora del día.


La primera hora de paleo nos llevó hasta la presa de Crestuma, de menor altura que la de Carrapatelo. La operación esta vez fue mucho más sencilla. El operario de Carrapatelo nos había apuntado el número de teléfono para avisar en Crestuma, y que nos pudieran abrir las compuertas al llegar. Así lo hicimos y no hubo ningún problema.


Ya al otro lado realizamos una breve parada en una playa. Ahora la corriente se sentía mucho más fuerte a favor, pues ya no quedaban presas de aquí hasta el océano, y eso nos hizo bastante llevaderos los últimos kilómetros hasta Oporto. 


Según avanzábamos hacia nuestro destino final se veían cada vez más construcciones en las orillas.

El tamaño de los cruceros fluviales era mayor a medida que se acercaba uno a Porto.
Hasta que por fin divisamos a lo lejos la ciudad.


Cuando entras paleando a esta magnífica ciudad una de las cosas que te llama la atención es la cantidad de puentes, algunos más modernos otros más antiguos pero todos impresionantes, que cruzan el río para conectar la ciudad entre una y otra orilla del mismo.





Navegar en kayak por toda la zona del puerto fluvial y marítimo, cruzar el casco antiguo y pasar bajo esos puentes es toda una experiencia. Seguramente las fotos, aunque bastante espectaculares, no puedan plasmar la sensación que te embarga en esos momentos. Yo te recomiendo que, si tienes la oportunidad, no dudes en probarlo tú también.

Al salir por la bocana de puerto al Atlántico sentimos la diferencia entre las tranquilas aguas del Duero y las movidas aguas del océano. Desembarcamos en una playa de grava y empezamos a organizar la recogida. Nos llevamos los kayak al paseo marítimo, donde pudieron secarse antes de guardarlos. 


Ya con todo empacado buscamos un sitio para comer, y tras la comida y las copas, nos acercamos a la estación de autobuses. En la zona hicimos tiempo hasta las 12 de la noche que salía nuestro bus, bebiendo cervezas y brindando por el éxito de la misión.


domingo, 19 de enero de 2014

Parte I Travesía por el Río Duero, de Peso da Regua a Oporto (101 km, Octubre 2010)


Días 1-2, de Peso da Regua a Aldeia Nova


Después de probar el tema del kayak en nuestra primera andanza por el Ebro ya estábamos con ganas de más. Con la pasta que conseguimos devolviendo el kayak doble que utilizamos para aquel primer viaje nos compramos 2 hinchables de una plaza, Sevylor Pointer K1, que no es que sean una maravilla, pero aún siguen vivos después de darles toda la tralla del mundo y más. La logística del viaje corrió de mi cuenta, en esta ocasión bus por la noche de Madrid a Oporto, que llegaba allí antes del amanecer, luego tren desde Oporto hasta nuestro punto de partida en Peso da Regua. A esta población a orillas del Douro llegamos alrededor de las 11 de la mañana, con tiempo más que suficiente para comprar comida y agua en un hiper y ponernos a organizar todo para el inicio de la travesía. El cielo estaba relativamente despejado y la placidez de las aguas del Douro invitaba a entrarle ya al tema. 


Llevábamos todo el equipo y ropa seca en dos mochilas estancas de  60 litros cada una, más alguna bolsa de comida que guardamos en la parte de atrás y el agua. 


Con todo listo la foto de rigor, y rápido al agua.


Las primeras sensaciones con los nuevos kayak eran buenas. Se notaba mayor comodidad que en el anterior doble para poder llevar todo lo necesario, aunque después de un rato el peso de la mochila en proa terminaba dejándote los pies tiesos pues te quedaba justo encima y aparte de aplastarlos te impedía moverlos. Esto empezaba a ser un problema al cabo de aproximadamente un par de horas en el kayak, digamos que hasta pasar ese rato podías considerar que ibas cómodo. También se agradecía un puntito más de velocidad respecto al Tribord biplaza, aunque sin llegar ni de lejos a los promedios de un kayak de mar rígido por supuesto. 


Las primeras horas fueron entretenidas. Hasta la parada del almuerzo tardío, sobre las 4, todo marchaba fantástico. Un tupido bosque a ambos lados del río, de profundo verde, y alguna hacienda con viñedos formando terrazas nos amenizaban la marcha. También llamó nuestra atención un carguero encallado en la orilla del río, cosa no tan rara si tenemos en cuenta que toda esta parte del Duero es navegable y la transitan tanto cargueros como barcos de paseo de turistas y cruceros fluviales.



Las nubes iban cerrando el cielo a medida que avanzaba la tarde, y el verde del bosque se apreciaba más oscuro.



Entre el bosque, de vez en cuando empezaban a verse las rocas elevando la altura del contorno.



Algunas villas tenía aspecto señorial y parecían contar bastantes años, pero se conservaban en perfecto estado, como la de la foto de abajo.



Aprovechamos una pequeña población con embarcadero, creo que Porto de Rei se llamaba, para hacer una breve parada de repostaje de cerveza.


Y ya casi de noche nos costó bastante encontrar un sitio por donde salir del río, y poder alcanzar una zona aceptable para montar nuestra tienda. Al final tuvimos que hacer algún que otro malabarismo para salir por unas rocas y sacar los kayak a tierra. El sitio elegido no era una maravilla, pero al menos estaba unos metros por encima del nivel del agua evitando algo la humedad. En todo caso la noche fue fría, y el despertar frío también, aunque la vista del amanecer merecía la pena.


Tras desayunar y recogerlo todo regresamos al agua, y afortunadamente el día volvía a apuntar a despejado. Nada más salir cruzamos un enorme puente sobre el río.


El paisaje era muy similar al del día anterior.


Durante la mañana y después de comer nos cruzamos con varios cruceros fluviales de tamaño bastante considerable.



Ya por la tarde, y con el cielo poniéndose bastante amenazante, llegamos a la presa de Carrapatelo o barragem que es como en Portugal llaman a las presas. Como el tránsito de barcos es abundante en todo el tramo, las presas cuentan con compuertas que se abren al paso de esos barcos para permitirles el avance, lo cual también permite el tránsito río abajo de las piraguas. Nuestro problema fue que llegamos tarde, fuera del horario de paso de los barcos de pasajeros y carga, y allí en la zona de entrada a la esclusa no se veía un alma. Considerando que ya era bastante tarde y que el cielo se estaba poniendo más oscuro por momentos, había que inventar algo para pasar al otro lado del río. Analizamos la posibilidad de portear a pie, pero parecía una tarea demasiado sufrida por el enorme trecho a recorrer con el kayak a cuestas. Al final optamos por dar una vuelta por la instalación de la presa desde tierra, y allí afortunadamente dimos con un operario al que conseguimos hacer entender nuestra delicada situación en una especie de portuñol que nos inventamos para la ocasión. Al final le convencimos para que nos abriera la esclusa "de tapadillo", porque el hombre insistía mucho que si abría a esa hora se le caía el pelo. Tras agradecerle su amable colaboración corrimos de vuelta al pantalán a montar en nuestros kayak y entrar por la compuerta. 


El sistema de esclusa que tiene esta presa es bastante espectacular por la considerable altura de la misma, de hecho tarda en vaciar el agua bastante tiempo, y cuando está vacía apenas se ve la luz del exterior abajo





Curiosamente nada más cruzar al otro lado, el cielo se despejó momentáneamente. 


Con el cielo encapotado de nuevo, pero sin terminar de romper a llover al margen de un ligero calabobos, nos empezamos a fijar en algún lugar apto para desembarcar y quedarnos a dormir, aunque tampoco dejamos de apreciar el paisaje.



En esta ocasión pudimos encontrar un lugar con desembarque más sencillo, una pequeña playa de arena para más señas, y un claro entre los arboles muy cercano a la playa, pero con algo más de elevación sobre el río, nos sirvió para montar nuestro campamento. En cuanto oscureció el frío se hizo sentir, así que pronto nos recogimos en nuestros sacos y dormimos.


lunes, 13 de enero de 2014

Ruta por el embalse de Riaño, León (10,5 km, Diciembre 2013)


Aprovechando un viaje a León que hicimos el pasado puente de la Constitución, quisimos acercarnos a hacer una ruta en kayak por el embalse de Riaño. El lugar lo conocía sobre todo por algún foro y blogs en internet, que lo destacaban como un auténtico paraíso para rutas de senderismo o kayak, y la verdad que teníamos ya ganas de visitarlo. Además, teniendo en cuenta que continuábamos nuestro viaje por unos días más hacia Cantabria, era el lugar idóneo para hacer una escala y darle un poco al remo. Pasamos la noche anterior en el pueblo nuevo de Riaño, erigido tras la construcción del embalse en 1987 que dejó para siempre sumergida bajo el agua la población original. El aspecto de la localidad, aunque sin el encanto y belleza de los pueblos más típicos de la montaña leonesa, no deja de ser pintoresco por cierta reminiscencia alpina que se aprecia en su arquitectura. Por la mañana la niebla estaba agarrada muy fuerte en toda la zona del embalse, y no parecía querer levantarse ni tan siquiera cuando ya pasadas las 11 empezamos a montar el kayak en la zona del embarcadero.


Hacía bastante frío, aunque por fortuna la previsión apuntaba a una mañana soleada. Mientras hinchábamos nuestro kayak Sevylor biplaza ya empezaban a vislumbrarse las imponentes montañas entre el manto nebuloso.


Con todo listo entramos al agua algo antes de las 12 y, ya con el cielo despejado, disfrutamos del increíble paisaje. 


El embalse es amplio, y puede dar tranquilamente para rutas largas de un día o incluso para dos jornadas de paleo. De hecho, un club de kayak organiza una travesía invernal de fin de semana desde hace ya algunos años. Como no teníamos mucho tiempo, nosotros nos conformamos con hacer una ruta corta cubriendo lo que creímos debía ser la mejor zona para visitar desde el kayak. Salimos del embarcadero de Riaño, cruzando por debajo el puente de la carretera nacional y apuntando después hacia el canal que hace el embalse en el desfiladero entre la crestas montañosas del pico Gilbo y la Peña de las Pintas.









La quietud de las aguas reflejaba como un espejo el contorno montañoso.




Entrando por el brazo occidental más crestas montañosas se dejaban ver al fondo.




En el camino de vuelta hacía Riaño la estampa era también esplendida.


Paramos un momento en una islita a la salida de este brazo occidental, pero el frío se hacía sentir fuerte en cuanto parabas de palear, así que volvimos enseguida a coger el remo.









Llegamos de nuevo al embarcadero más o menos en el horario previsto, aunque con gusto hubiéramos pasado allí más tiempo. Para otra ocasión será, seguramente. Antes de marchar del pueblo una última foto desde la carretera y hasta pronto.